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Por Dirk Hoffmann, 01 de Enero de 2017

Estimados lectores,

Ha terminado otro año, el primero en toda la historia de la humanidad en el cual la concentración de dióxido de carbono ha estado por encima de los 400 ppm (partes por millón) durante todo el año. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen en aumento y la temperatura global ha sido la más alta desde el inicio de las mediciones.

Al otro lado del balance, observamos señales de esperanza; hemos visto la entrada en vigencia del Acuerdo de París a menos de un año de su firma y los costos de las energías renovables han continuado bajando a niveles que las hace competitivas en condiciones de mercado en muchas partes del mundo.

Seguimos frente a enormes retos, pero no queda otro camino que seguir luchando por un mundo resiliente para todas y todos.

Les deseo a todos Uds. un buen Año Nuevo, con muchos logros, tanto en el ámbito personal como en el profesional.

Dirk Hoffmann, Editor del Klimablog

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Por Dirk Hoffmann, 05 de Septiembre de 2016

Como especie humana, hemos alterado el Sistema Tierra de tal magnitud, que ha sido necesario declarar el comienzo de una nueva época geológica, la “edad del hombre” o el “Antropoceno.

Esta es la recomendación del “Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno” después de 6 años de debate y análisis, presentado en su informe al Congreso Geológico Internacional del 29 de agosto pasado.

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Crédito: Subcommission on Quaternary Stratigraphy

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Por Dirk Hoffmann & Moira Zuazo, 21 de Marzo de 2016
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El nuevo número de la revista peruana “Revista Interquorum. Nueva Generación”, está dedicada a las “Alternativas al Extractivismo” y reúne artículos para enriquecer el debate latinoamericano en la búsqueda de alternativas al modelo de desarrollo, basadas en una sociedad con justicia y sostenibilidad ambiental.

En el primer artículo de la publicación titulado “Cambio climático y transiciones”, Dirk Hoffmann y Moira Zuazo argumentan la necesidad de una “gran transición” en democracia para garantizar la continuación de la civilización humana frente a la amenaza de los crecientes impactos del cambio climático. Publicamos a continuación una versión abreviada del texto original.

 

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Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial mediante nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, los seres humanos hemos provocado la transformación del sistema climático a un estado nuevo, inédito para la larga historia humana.

Actualmente, la concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero más importante, ha llegado a su nivel más alto en los últimos 800.000 años. En mayo de este año la concentración de CO2, ha pasado el umbral de los 400 ppm (partes por millón), cifra que está mucho más allá del umbral de lo que se considera la frontera, para la “no interferencia peligrosa” con el sistema climático.

¿Vivimos en un mundo de ciencia ficción?

Como resultado de este panorama, la temperatura de la atmósfera ha aumentado en 0,9 °C desde la Revolución Industrial y contiene un 6% más de humedad. El aumento de vapor de agua, a su vez, hace que el estado energético de la atmósfera sea más alto, lo que provoca la alteración de los vientos y las corrientes marítimas a escala global. Este estado energético de la atmosfera provoca un mayor número de eventos de precipitación extremos.

Este panorama nos permite observar y concluir que en las próximas décadas el propio cambio climático será cada vez más, el detonador de sequias, inundaciones, retroceso de zonas costeras, crisis alimentarias. Fenómenos que evolucionaran en conflictos por el agua, Estados fallidos y crisis de refugiados. La expectación global de este panorama promoverá debates que motorizarán acciones y decisiones que llevan al emprendimiento de procesos de transición dispersos en los diferentes lugares del globo.

Una primera muestra de la presencia de “un tiempo distinto con un espíritu de tiempo distinto” la observamos emergiendo en cada uno de nuestros espacios de convivencia familiar en nuestras pantallas de televisión. Hoy se ha posicionado la imagen de grandes masas de refugiados, ya no en África ni en Asia que son imágenes que no llegan al Sur global, sino en Europa el viejo continente y vieja centralidad.

Hoy aparecen las primeras voces y reflexiones, que piensan la relación entre eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes y la protesta con los pies ante Estados fallidos de los cuales no solo no se espera nada bueno, sino de los cuales más bien cabe esperar violencia, el cuadro se completa con la imagen de las masas de refugiados cuando nos preguntamos ¿En qué medida son refugiados climáticos que lo han perdido todo pero no la esperanza?

¿Una gran transición?

La realidad de los impactos del cambio climático nos obliga a reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de los actuales 400 ppm a menos de 350 ppm, probablemente sería necesario una reducción a 300 ppm de CO2.

Esta cifra de concentración del CO2 en la atmósfera es el indicador más importante para pensar en un norte común para la humanidad, tal como está estipulado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC): “El objetivo último de la presente Convención (...) es lograr (...) la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático” (Art. 2º).

Para alcanzar el objetivo de bajar el actual nivel de concentración de dióxido de carbono a menos de 350 ppm, tenemos que emprender una “transición” hacia un mundo de cero carbono en 2050.

Esto significa que el 80% de los yacimientos conocidos de carbón, petróleo y gas deben permanecer bajo suelo de forma permanente. También significa, que la exploración de nuevos yacimientos es incompatible con la vida humana sobre la tierra.

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Escena en la Cordillera Real de Bolivia

Desde el horizonte de visibilidad del valor de la justicia estamos ante un proceso que debería guiarse por el concepto de justicia climática, una línea que nos muestra un camino con procesos de velocidades diferentes en diferentes países, de acuerdo con sus responsabilidades históricas y capacidades actuales; pero ante un norte común ineludible.

¿Existen alternativas a la transición?

A inicios del Siglo XXI observamos que el cambio climático es el gran condicionante de los procesos de transición, porque establece el marco y la orientación global. En este entender, es más preciso hablar de una gran transición, en singular, con múltiples facetas.

El mundo entero tiene que transitar de un modelo económico basado en la quema indiscriminada de combustibles fósiles –carbón, petróleo y gas- , que constituyen el núcleo y sostén de la civilización occidental globalizada, a otro modelo económico y civilizatorio de cero carbono.

No existen alternativas a la transición si queremos mantener una civilización global basada en valores humanistas y democráticos. La alternativa a la Gran Transición no solamente significa la destrucción del planeta, sino la destrucción de cualquier perspectiva de una convivencia medianamente pacífica entre los pueblos.

¿Un proceso democrático y plural de transición?

La tarea es iniciar el tránsito de una civilización cuyo pilar es la quema de combustibles fósiles hacia una nueva forma de relacionamiento del ser humano con la naturaleza, de la cual forma parte inextricablemente. Lo que guía esta transición aunque no se limita a ello, es llegar a un mundo de cero carbono hasta mediados del actual siglo. Esto es en 35 años, por lo que queda establecido un camino que debemos iniciar a más tardar, ahora mismo.

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¿Cómo hacerlo? – Es necesario un proceso social que será cada vez más político, que solo puede ser un proceso profundamente democrático y radicalmente plural. Democrático porque este es el único camino posible para que la Gran Transición pueda tener éxito, y deberá ser también plural y autogestionario: Se necesitan miles de transiciones en todas partes del mundo, a nivel local, en las familias, en las costumbres de consumo de cada una y de cada uno, en las políticas nacionales y sobre todo en las estructuras económicas.

El espíritu del tiempo que se abre aunque es aún muy incipiente y por momentos aparece solo muy tímidamente, nos permite entrever un proceso democrático y global. Un proceso democrático porque a pesar de las dificultades que implica la voz de la diversidad, la magnitud del cambio necesario empieza a marcar y definir el espíritu del presente y se muestra como un cambio civilizatorio que solo será posible alcanzar si están comprometidas las voluntades, creatividades, acciones y decisiones de cada uno de los humanos que habitamos la Tierra.

Esta Gran Transición solo será posible si en cada hombre, en cada mujer, en las comunidades, empieza a gestarse un movimiento individual, local y global que a contracorriente y a pesar de los medios masivos de comunicación, a pesar de los grandes intereses económicos de empresarios y de políticos, se mueve y es motorizado por la evidencia y magnitud de la amenaza.

Un movimiento subterráneo que aflora en diferentes capas y en muchos y muy diversos lugares, por tanto, es un proceso en el que la responsabilidad es de cada uno de nosotros, es una responsabilidad de ciudadanía global inexcusable y urgente.

El cambio climático nos condiciona a iniciar una Gran Transformación mediante miles de transformaciones que ya no son una opción, sino una necesidad frente a su amenaza, así como una obligación moral frente a nuestros co-ciudadanos y fundamentalmente frente a las generaciones futuras.

 

 

 

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Por Dirk Hoffmann, 31 de Agosto de 2015

El 23 de julio de este año, el científico del cambio climático más renombrado del mundo, James Hansen, ha lanzado una “bomba” al debate académico-político sobre cambio climático. En una revista científica de acceso abierto, conjuntamente a otros 16 científicos, ha publicado el artículo "Derretimiento de hielo, aumento del nivel del mar y super-tormentas. Evidencias de distintas fuentes: datos paleoclimáticos, modelamiento climático y observaciones modernas que en conjunto constata que 2 °C de calentamiento es altamente peligroso”.

La conclusión: Siguiendo la actual trayectoria de emisiones, un aumento del nivel del mar de varios metros hasta 2100 es casi inevitable. “Disrupción social y consecuencias económicas de un aumento del nivel del mar de esta magnitud podrían ser devastadoras”.

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Croquis de Hansen que visualiza los mecanismos descritos que llevarían a una desintegración acelerada de las capas de hielo de la Antártida

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Por Dirk Hoffmann, 02 de Junio de 2014

Un grupo de científicos dedicados a la criósfera, al estudio de las regiones de nieve y hielo, empezaron a usar el término “Imperativo de la Criósfera” (Cryosphere Imperative) para argumentar la necesidad de niveles más altos de ambición en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, en base a los riesgos muy reales que el cambio climático ya posa para estas regiones.

La Iniciativa International de la Criósfera y del Cambio Climático (ICCI), conjuntamente con un rango de organizaciones polares y de montaña, incluyendo el Instituto Boliviano de la Montaña, estarán trabajando para llevar la atención de los gobiernos y de las sociedades en general hacia estos tópicos en el camino a la COP 20 en Lima y el Acuerdo de París de 2015. El texto abajo, versión en castellano, resume las líneas principales de este “Imperativo de la Criósfera” y sus implicancias para el proceso de negociación climática en Lima y París.

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Hielo marítimo en el Ártico, fuente: www.iccinet.org

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Por Dirk Hoffmann, 24 de Febrero de 2014

El vertiginoso aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de nuestro planeta no solamente está causando un calentamiento global y consecuente cambio climático, sino también altera la química de los océanos del mundo en una forma dramática, con consecuencias para los ecosistemas marinos todavía poco comprendidas.

Los océanos ya son un 26% más ácidos comparados con tiempos pre-industriales y la actual tasa de acidificación es 10 veces más alta que hace 55 millones de años, cuando ocurrió una extinción en masa de especies marinas.

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Por Dirk Hoffmann, 20 de Mayo de 2013

La concentración de CO2 en la atmósfera ha sobrepasado la marca de las 400 ppm (partes por millón) por primera vez en la historia humana durante la última semana.

En la expectativa de llegar a este hito importante, el Instituto Scripps de Oceanografía, institución responsable de las mediciones respectivas en el laboratorio de Mauna Loa (Hawai), hace poco estableció una página propia en internet para transmitir las mediciones a diario.

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Concentraciones de dióxido de carbono en el Observatorio de Mauna Loa, semana del 10 al 16 de mayo de 2013; fuente: http://bluemoon.ucsd.edu/co2_400/mlo_one_week.png

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Por Dirk Hoffmann, 23 de Noviembre de 2012

La quema masiva de combustibles fósiles, primero leña y carbón y más tarde petróleo y gas -que ha sido el motor y el eje orientador de la conformación de las sociedades industriales- ha liberado grandes cantidades de CO2 a la atmósfera, en una escala no experimentada antes por la Tierra. Tal vez con excepciones en ciertas épocas de alta actividad volcánica.

Debido a esta quema, la concentración del dióxido de carbono en el planeta ha aumentado a una velocidad sin precedentes de 280 ppm iniciales a 394 ppm en la actualidad, dando lugar al calentamiento global.

01_Concentraciones.jpgLas mediciones de CO2 se iniciaron en 1958, registrándose 314 ppm; hoy día tenemos alrededor de 394 ppm. Fuente: NOAA

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Por Dirk Hoffmann, 16 de Noviembre de 2012

El “efecto invernadero”, también llamado “efecto estufa” es el mecanismo primordial que ha permitido la vida de plantas, animales y hombres en la Tierra durante los últimos millones de años. La concentración de ciertos gases en la atmósfera, como por ejemplo del dióxido de carbono, define la temperatura de nuestro planeta.

Desde finales de la última época de hielo, hacia aproximadamente 12.000 años atrás, la concentración del CO2 se ha mantenido constante en alrededor de 280 ppm (partes por millón), garantizando condiciones climáticas relativamente estables por milenios.

Debido al vertiginoso aumento de las emisiones de CO2 desde inicios de la industrialización, sin embargo, la concentración aumentó a casi 400 ppm en la actualidad, provocando un desbalance climático global.

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Uno de los problemas en la comunicación del calentamiento global: el CO2 en la atmósfera es invisible

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Por Dirk Hoffmann, 02 de Julio de 2012

Según mediciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) en su estación de Barrow en Alaska, durante esta primavera nórdica, la concentración de CO2 en la atmósfera del Ártico pasó la barrera de los 400 ppm (partes por millón) – un nivel inédito por lo menos en los últimos 800 mil años. 

El promedio global de la concentración de dióxido carbono, el gas de efecto invernadero (GEI) más importante, está actualmente en 395 ppm, pero debido a la tendencia de aumento anual de 2 ppm (o más), en unos tres años igualmente romperá este triste récord.

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Estación de medición en Barrow, Alaska (izq.); botellas con pruebas de aire para su análisis (dcha.). Fuente: NOAA.

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